Cuento de navidad

Había una vez una niña llamada Elena, que vivía en un pequeño pueblo durante la época navideña. Elena tenía el cabello largo y

REFLEXIONES

Eduardo Contigo En vivo | Locutor

12/20/20232 min read

Había una vez una niña llamada Elena, que vivía en un pequeño pueblo durante la época navideña. Elena tenía el cabello largo y brillante, que caía en cascada sobre sus hombros. Era su mayor tesoro y lo cuidaba con esmero.

Un día, mientras paseaba por el mercado navideño, Elena vio a una anciana sentada en un banco. La anciana tenía el cabello blanco como la nieve y una sonrisa amable en el rostro. Elena se acercó y se sentó junto a ella.

La anciana comenzó a contarle historias mágicas sobre la Navidad. Habló de renos voladores, duendes traviesos y estrellas que concedían deseos. Elena estaba fascinada y escuchaba atentamente cada palabra.

Al final de la conversación, la anciana le dijo a Elena: “Mi querida niña, el cabello es como un regalo especial. Es un tesoro que debemos cuidar y compartir con los demás”. Elena asintió, sin entender completamente el significado de esas palabras.

Esa noche, mientras se peinaba el cabello frente al espejo, Elena pensó en la anciana y en su cabello blanco como la nieve. ¿Qué significaba compartir el cabello? ¿Por qué era tan importante?

Decidió hacer algo especial. Al día siguiente, Elena fue a la peluquería y le pidió al peluquero que le cortara el cabello. El peluquero estaba sorprendido, pero Elena estaba decidida. Quería donar su cabello a los niños que habían perdido el suyo debido a enfermedades.

Cuando Elena salió de la peluquería con su nuevo corte de cabello, se sintió ligera y feliz. Sabía que había hecho algo bueno. Donó su cabello a una organización que fabricaba pelucas para niños enfermos. Su cabello se convertiría en una corona de esperanza para alguien más.

Desde entonces, Elena llevó su cabello corto con orgullo. Cada vez que miraba su reflejo en el espejo, recordaba las palabras de la anciana y la importancia de compartir. La Navidad ya no era solo sobre regalos y luces brillantes; ahora también era sobre dar y hacer el bien.

Y así, el cabello de Elena se convirtió en un símbolo de amor y generosidad. En cada Navidad, ella recordaba la historia de la anciana y sonreía, sabiendo que había hecho algo especial.

Moraleja: A veces, el mayor regalo que podemos dar no está envuelto en papel de regalo, sino en nuestros corazones. Compartir es lo que hace que la Navidad sea verdaderamente mágica.

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Feliz Navidad te desea Eduardo Núñez